La profesora cuyos alumnos leen entre 30 y 100 libros al año (y lo hacen por placer)

Que el hábito de la lectura se genere en la aula y se consolide en casa es una máxima que Nancie Atwell lleva practicando desde hace más de 40 años. Con ella, la profesora y fundadora de Center for Teaching & Learning (CTL), en Maine (EEUU), ha conseguido que sus alumnos de 7º y 8º grado lean una media de unos 40 libros al año. Y que lo hagan por gusto.



«La clave es que sean ellos los que decidan lo que quieren leer», explica la propia Atwell en el vídeo de su candidatura a los Global Teacher Prize, el “Nobel” de los maestros, que la estadounidense consiguió en 2015.



Para conseguirlo, lo ideal es disponer de una oferta de libros lo suficientemente amplia para que abarque todos los temas de interés de los alumnos. «Mis estudiante pueden llegar a leer entre 30 y 100 libros al año. Los devoran porque la biblioteca del aula está llena de historias interesantes, porque disponen de tiempo a diario para leer en la escuela y porque confío en que sigan leyendo en casa todas las noches», escribía Atwall en un artículo de 2010.

Tiempo y espacio reservado para la lectura resultan cruciales para conseguir que el alumno lea por placer. Por eso, en CTL abundan las estanterías repletas de libros (unos 20 por alumno, más o menos) y los sillones y almohadones en los que los niños se tumban a leer.

La labor del educador pasa por acompañar al pequeño lector. Escucharle mientras lee en alto, enseñarle a entonar frases o explicarle el significado de palabras que no entiende entra dentro de esta labor. Esta continúa una vez finalizada la lectura. Es entonces cuando se anima al alumno a conversar sobre lo leído. Incluso a escribir sobre ello. Una práctica muy común en CTL son las cartas al profesor en las que los lectores dan su opinión sobre el libro, expresan lo que ha significado para ellos, etc.

Un seguimiento personalizado y constante que dista mucho de las habituales fichas, resúmenes, controles o presentaciones orales “poslibro” que, en opinión de Atwell, no suelen aportar mucho desde el punto de vista del aprendizaje. Además, tampoco contribuyen a que el lector encuentre su Reading Zone, ese estadio que se alcanza cuando uno “se mete” de lleno en lo que está leyendo, y que da título a uno de los libros de Atwell en los que explica su metodología a otros docentes.

La fundadora de CTL dice que sus cuatro décadas de experiencia le han enseñado que su trabajo consiste en «leer, disfrutar y recomendar literatura juvenil a los jóvenes a los que enseño». Aunque no es la única, ya que una de las claves de su método son las listas de recomendaciones de libros elaboradas por los propios estudiantes.

Entre los alumnos de Atwell hay lectores de todos los niveles, «desde disléxicos hasta lectores rápidos y sofisticados críticos literarios». Pero todos, asegura, tienen un denominador común: «Les gustan los libros. Encuentran sus intereses, necesidades, luchas y sueños proclamados en las historias elaboradas que llenan su biblioteca». Aunque para la profesora lo más relevante es el impacto de la lectura en la empatía de los lectores (algo refrendado por más de un estudio): « (…) llegan a experimentar los intereses, necesidades, luchas y sueños de los jóvenes que se diferencia de ellos mismos. En una coyuntura crítica, aprenden sobre una diversidad de experiencias humanas y empiezan a considerar tanto lo que les interesa como quién pueden atreverse a ser».

Fuente: Yorokobu

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