Los secretos de la Biblioteca General San Martín

Detrás de los espacios más visibles, funcionan otros menos conocidos que sostienen la vitalidad de esta institución pública y resguardan verdaderos tesoros de nuestra cultura.

(Foto Pachy Reynoso/MDZ)

La Biblioteca Pública General San Martín es la más importante de la provincia de Mendoza y una de las principales del país. Con sus más de 122.000 libros, archivos y materiales de lectura, esta institución responde a la amplia gama de necesidades que pueden demandar los mendocinos, tanto en consulta de información diversa como en el disfrute de actos culturales complementarios y espacios educativos, convirtiéndose en un importante agente en el proceso de aprendizaje permanente de los ciudadanos y asumiendo el rol de educador.

Más allá de los espacios comunes que los usuarios y visitantes de la biblioteca transitan cotidianamente, funciona una 'maquinaria' más conocida por los investigadores, estudiantes y algunos curiosos que buscan datos precisos. Son áreas que, pese a no estar demasiado expuestas, componen buena parte de la vitalidad de la General San Martín, resguardan muchos tesoros y son fuentes que enriquecen y preservan nuestra cultura.

La Biblioteca Pública General San Martín nació oficialmente en 1822 y, desde entonces, ha sido uno de los espacios culturales más relevantes de la provincia.

En su mayoría incluidos en las visitas guiadas de la biblioteca, estos maravillosos rincones fueron recorridos por MDZ junto a la directora de la institución Marta Babillón y el equipo de trabajadores de la General San Martín, quienes abrieron sus puertas y revelaron con mucha pasión, cariño y paciencia los secretos sobre cómo funciona uno de los faros emblemáticos de la cultura mendocina.

Joyas bibliográficas

Como varias bibliotecas públicas, la General San Martín atesora sus joyas bibliográficas, en este caso una colección de 3000 libros editados entre los siglos XVI y XIX y que está resguardada en dos salas especialmente acondicionadas para su preservación y custodia. Estos textos de diferentes estilos y temáticas, son una ventana al pasado y representan el legado que nos dejaron nuestros próceres y las destacadas personalidades que contribuyeron al enriquecimiento literario y cultural de la provincia.

Los libros antiguos deben ser sometidos a un proceso de limpieza y conservación con productos químicos. Si tienen daños mayores, son intervenidos de forma más profunda y compleja, preservando la originalidad del ejemplar. 

Cabe aclarar que este acervo se divide en dos grupos: las joyas propiamente dichas y las denominadas 'pre-joyas'. No difieren en su valor bibliográfico, histórico o económico, sino en el estado de intervención para su preservación: las pre-joyas aún no fueron sometidas a un adecuado proceso de limpieza y conservación. Es así que ambos conjuntos están separados en dos espacios que tienen similares condiciones de ambientación (aire acondicionado a 18 ºC, luz tenue artificial y carencia de humedad, entre otros aspectos) y seguridad (alarmas especialmente instaladas para la protección del material).

Las pre-joyas aún no cuentan con los tratamientos químicos e higiénicos que toda pieza antigua necesita para no infectar a las demás joyas bibliográficas. Mientras tanto, para mantenerlas en buen estado, se incorporó un aire acondicionado en la sala donde están resguardadas.

Catalogadas y ordenadas por fechas en estanterías metálicas espaciosas, las joyas bibliográficas son verdaderos tesoros. Aunque ha pasado tiempo, entre los que custodian y preservan el acervo de la biblioteca aún causa dolor el triste recuerdo del robo de más de 130 joyas ocurrido hace catorce años en este mismo sitio. Más allá de las palabras, esta herida permanece abierta: las estanterías que deberían contener los ejemplares publicados en el siglo XVI y los primeros años del XVII continúan vacías. "El lugar sigue vacante porque no se pierden las esperanzas", aseguró Babillón.

Tanto las joyas como las pre-joyas son los objetos más celosamente protegidos en la biblioteca General San Martín, especialmente luego del robo sufrido en 2003.

El libro más antiguo que preserva la biblioteca General San Martín es Concordancia entre el Antiguo y Nuevo Testamento, editado en Venecia en 1602 y escrito en latín, como era lo habitual en aquellas épocas. A más de 400 años de su publicación, este ejemplar presenta un excelente estado de conservación gracias a la alta calidad de sus hojas, encuadernado e impresión, además de las técnicas modernas de preservación.

"Concordancia entre el Antiguo y Nuevo Testamento", publicado en 1602, es el libro más antiguo de la biblioteca.

Como no podía ser de otra manera, la presencia del general José de San Martín también está muy presente en la biblioteca que lleva orgullosa su nombre. La institución preserva cuatro ejemplares con 'exlibris' que pertenecieron al prócer, es decir, que poseen en su tapa o primera hoja el sello identificatorio del primer gobernador intendente de Cuyo. Incluso hay un quinto libro que también habría pertenecido al Libertador de América, pero no se lo cataloga como 'exlibris' porque no está autenticado.

"Lo más probable es que San Martín haya destinado muchos libros de su propiedad a la biblioteca pública, pero se cree que algunos quedaron en Chile y otros se perdieron en el terremoto de 1861", indicó Babillón.

Uno de los ejemplares 'exlibris' de San Martín es una edición del "Le grand dictionnaire historique ou le mélange curieux de l'histoire sacrée et profrane (El gran diccionario histórico o la miscelánea curiosa de historia sagrada y profana)", publicado en Francia en 1707.

Muchos de las joyas que se atesoran fueron donados hace más de un siglo por personalidades muy importantes de Mendoza, como Tomás Godoy Cruz y Martín Zapata, y figuras nacionales como Manuel Belgrano y Domingo Faustino Sarmiento, cuyos legados quedaron en la inmortalidad gracias a sus firmas en las piezas. "Estas figuras entregaban los libros que guardaban en sus bibliotecas particulares, o en otros casos eran cedidos por testamento o a través de sus herederos", acotó Gisela Grinspan, una de las actuales encargadas de la custodia de las joyas.

Afortunadamente las joyas presentan un buen estado de conservación, aunque en el último control exhaustivo que se realizó el año pasado se recomendó aplicarles una nueva base de químicos para mantener la calidad de protección, un procedimiento habitual para obras de carácter preventivo y no urgente.

Libro con dedicatoria de Manuel Belgrano para un integrante de la Academia Nacional de Náutica en 1801, que terminó siendo donado años después a la Biblioteca San Martín.

Biblioteca de Autores Locales

Ubicada en el primer piso, la Biblioteca de Autores Locales (BAL) es otro de los espacios menos conocidos de la General San Martín, aunque las autoridades de la institución, en concordancia con las políticas impulsadas desde la Secretaría de Cultura, pretenden difundir con mayor fuerza.

La Biblioteca de Autores Locales posee un acervo de más de 6000 ejemplares, siendo la colección en su tipo más importante de la provincia.

Durante mucho tiempo no hubo medidas sostenibles para la adquisición de material bibliográfico de autoría mendocina, y ello dependía en gran medida de las decisiones individuales de los responsables de turno. Para revertir este panorama, junto con la disposición de fondos para la compra de libros, actualmente se impulsa la sanción de una ley que declare a la BAL como patrimonio cultural de la provincia, designación ya existente por decreto. En ese sentido, se trabajará con Ediciones Culturales (a cargo de Alejandro Frías) para la creación de un registro de escritores mendocinos, figurando como requisito obligatorio de ingreso la donación de un ejemplar de la obra a registrar a la biblioteca pública.

Una máxima en cualquier biblioteca (nacional, pública, escolar o popular) es: "Un libro mal guardado es un libro perdido". Por ello, el orden y la catalogación de los ejemplares es extremadamente primordial. En la fotografía, la directora de la biblioteca General San Martín, Marta Babillón.

En promedio hay tres ejemplares por título, lo que posibilita el préstamo de ese libro a los usuarios manteniendo la disponibilidad del mismo para las consultas en la biblioteca. En algunos casos, sin embargo, la obra no sale a domicilio, ya sea porque es el único ejemplar en la BAL o tienen alguna dedicatoria.

Dedicatoria del poeta mendocino Américo Cali a la biblioteca General San Martín en el ejemplar de su libro "Laurel de estío", el cual donó a la institución.

El resto del acervo de la BAL está compuesto por ficheros con recortes de noticias sobre Mendoza tomados de diarios impresos, o información recabada sobre los escritores locales. También cuenta con mapas, imágenes y contenido audiovisual, todo disponible para la consulta de investigadores y público en general.

Los ficheros no son obsoletos, todo lo contrario: almacenan información sobre la provincia que, asegura Gisela Grinspan (encargada de la BAL), es muy difícil de hallar en los buscadores y páginas web.

Hemeroteca menor

Considerada como la más grande de Cuyo y una de las más completas del país, la hemeroteca menor de la Biblioteca General San Martín resguarda más de 2500 títulos compuestos por revistas, fascículos, álbumes, atlas, anuarios, documentos y demás elementos similares, que almacenan infinidad de temas y componen una fuente de conocimiento fundamental para los investigadores.

En la hemeroteca menor, a cargo de Rolando Landanbour, se trabajó durante cinco años en agrupar y clasificar todos los materiales que estaban dispersos en la sala. Todo está cuidadosamente encuadernado por título para una mejor consulta y preservación del contenido. 

Entre las colecciones más importantes que atesora la hemeroteca menor están las revistas Caras y Caretas (que si bien no está completa, es una de las mejores de la Argentina), Fray Mocho, National Geographic (desde 1940), Plus Ultra, El Gráfico, Capítulo y Sur, entre otras. También resguarda compilaciones de fascículos de temática geográfica, biológica, literaria y de interés general, con datos sobre Mendoza y el país. Además la hemeroteca posee extraordinarios anuarios editados en español, inglés, francés e italiano, publicados entre fines del siglo XIX y principios del XX.

La colección de la revista Caras y Caretas es una de las más destacadas de la biblioteca, y es muy consultada y apreciada por los visitantes.

El conjunto de revistas El Gráfico fue donada hace unos años por José Geraldi, e incluye los números dedicados a los triunfos de Argentina en las Copas mundiales de Fútbol de 1978 y 1986.

Uno de los tesoros destacados de la hemeroteca menor es el archivo de boletines oficiales y sus antecesores, los registros oficiales. Estos documentos revelan la historia gubernamental e institucional de Mendoza de los últimos 150 años. "Es material de consulta permanente para los investigadores, porque ahí está registrado cómo se gobernó y que se decretó en la provincia", explicó Rolando Landanbour, encargado del lugar.

Los registros oficiales son los antecedentes inmediatos de los boletines, y son fuente de consulta para historiadores.

La historia de Mendoza también tiene su sección especial dentro de la hemeroteca menor, donde el criterio de clasificación es cronológico, es decir, desde lo más antiguo a lo más nuevo. Aquí pueden encontrarse, entre otras cosas, colecciones especiales de los diarios impresos por sus aniversarios, y álbumes sobre los acontecimientos del Centenario de la Independencia en la provincia, en 1910. "Para los estudiantes e investigadores de Historia es muy importante este lugar porque reúne toda la historia mendocina", destacó Landanbour.

Debido a su importancia y vigencia legal, los boletines oficiales son consultados hasta por los juzgados, en calidad de evidencias para los casos judicializados.   

Hemeroteca mayor

En el subsuelo yace la hemeroteca mayor, donde se almacenan más de 300 títulos de diarios provinciales y nacionales editados desde mediados del siglo XIX, cuyo contenido, como otros lugares de la biblioteca General San Martín, sigue creciendo.

Los diarios antiguos, al menos los publicados hasta 1920, son de consulta muy restringida por su fragilidad e importancia documental. Ramiro Quiroga se encarga tanto de la encuadernación como restauración de los ejemplares.

Aquí reside la historia del periodismo en la Argentina: a través de las piezas, se descubre el desarrollo y la evolución de la escritura informativa y periodística durante 150 años en el país. De hecho, el ejemplar más antiguo que se conserva en la hemeroteca mayor data de 1856 y pertenece al diario El Constitucional, editado en Mendoza entre 1852 y 1884. En sus páginas se descubre un formato muy distinto al actual: libertad ortográfica y sintáctica, carencia de títulos estridentes y encabezados, difusa división por secciones y escasas imágenes ilustrativas.

El formato clásico de los diarios de mediados del siglo XIX es muy diferente a los actuales, y su lectura es dificultosa y engorrosa para un lector moderno.

"Aunque no lo parezca, los cambios en los diarios impresos fueron rápidos. Ya para 1890 el formato de publicación actual estaba en vigencia, y en ello tuvo mucho que ver el periódico La Nación con sus innovaciones gráficas y fotográficas", manifestó el encargado de la hemeroteca mayor, Ramiro Quiroga.

La mayor parte de las colecciones son almacenadas en una sala apropiada con estanterías altas y espaciosas, similares a las de las joyas bibliográficas, y como se repite en todos los ambientes de la biblioteca, están ordenadas y catalogadas por título y año de publicación. El espacio es compartido con el depósito del Fondo Antiguo (FA), compuesto por libros en desuso y fuera de circulación, tanto por ser obsoletos como por tener casi nula consulta, si bien la mayoría de los ejemplares está disponibles para la lectura en la biblioteca.

Tanto en la hemeroteca mayor como en la menor, el cuidado de los documentos y ejemplares se basa fundamentalmente en la encuadernación. Quiroga explicó que, en su caso, tras clasificar y ordenar los ejemplares, aserra cada grupo con dos costuras y luego los encuaderna en tapas sencillas. Es una técnica segura y rápida, que permite optimizar los tiempos sin descuidar la calidad de los materiales.

Encuadernación

Uno de los sectores que fascina a grandes y pequeños en las visitas guiadas es el lugar donde surge una parte de la 'magia' de los libros: el sitio de encuadernación. Con recursos propios y no con pocos esfuerzos, la biblioteca General San Martín afronta por su cuenta el encuadernado y la restauración de sus ejemplares, lo que evita tener que retirarlos de la institución y someterlos a tratamientos ajenos y sin control de calidad.

Como sus compañeros, Juan Mazzola demostró su profunda dedicación, genuino esmero y potente pasión por lo que hace.

Juan Mazzola es quien encabeza el pequeño equipo de encuadernadores y restauradores que se encargan de mantener los libros en óptimas condiciones para los usuarios de la biblioteca. Con paciencia y pedagogía, explicó el proceso de recuperación de una tapa rota o dañada: primeramente se refuerza el lomo del ejemplar, luego se restituye la costura original para reafirmar las hojas; posteriormente se recorta y coloca una cartulina para formar la nueva tapa que finalmente es forrada con tela.

La encuadernación de libros es un trabajo que demanda delicadeza y paciencia, y tiende a mantener el concepto de originalidad a la hora de restaurar.

Lo que podría explicar el mayor impacto de este sitio a los visitantes son las dos máquinas de guillotina usadas para moldear las encuadernaciones. Construidas en Alemania a fines del siglo XIX, siguen cumpliendo sus tareas como el primer día. Junto con estos aparatos, se utiliza una prensadora de origen y fecha de fabricación similar a las anteriores, donde se presionan los libros ya encuadernados para fijar eficazmente las costuras y encolados.

Las guillotinas para libros que se emplean en la biblioteca son manuales y requieren cierto esfuerzo físico, y pese a su antigüedad, estas máquinas están en óptimas condiciones.

"Lo fundamental del libro es tratar de conservarlo lo más original que se pueda, incluso si es solo una parte de su tapa", subrayó Mazzola, entendiendo que el concepto de originalidad es el objetivo primordial de su trabajo.

Fotografías: Pachy Reynoso 

Agradecemos a la directora Marta Babillón y el equipo de la Biblioteca Pública General San Martín por su ayuda y predisposición.

Fuente: Mendoza Online

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